
Recuerdos de nuestra ruta por Nepal
Organizar una ruta con amigos es siempre una experiencia emocionante, ya que los buenos momentos están asegurados cuando ruedas tu cuadrilla. Sí todo ello tiene lugar en un país desconocido, con unas carreteras y paisajes tan extraordinarios como los de Nepal, muy probablemente esos días se conviertan en un recuerdo inolvidable para ti y tus compañeros, que os hará esbozar una sonrisa cada vez qué alguno diga “¿Os acordáis de cuando en el viaje a Nepal…?”.
Nuestra aventura comienza -con algunos nervios, pero muchas ganas- con un vuelo Barcelona-Dubai-Katmandú y otro Katmandú-Pokhara. En Pokhara aprovechamos para descansar y aclimatarnos a la altura, visitando la ciudad y disfrutando de las vistas del imponente lago Phewa, el segundo más largo de Nepal. Al día siguiente empezaba lo bueno. Nos despertamos listos para realizar la primera etapa: Pokhara-Tatopani. Nos calzamos nuestras botas, traje y guantes off road y montamos en nuestras Asiawing 250cc RR para recorrer 100km por carreteras mal asfaltadas y pistas de tierra polvorientas y llenas de piedras. Tras algunos tramos duros, pudimos llegar todos sin problema, lo que nos sirvió de excusa perfecta para celebrarlo con unas birras mientras nos recuperábamos bañándonos en las aguas termales de Tatopani.
Ya es nuestro tercer día en Nepal. Toca hacer unos 60km 100% off road a través de uno de los desfiladeros más impresionantes del mundo. Pese a algunos momentos críticos en los que parecía que no podríamos continuar, nos armamos de valor y pudimos llegar juntos a Kagbeni.
Al día siguiente nos dirigimos a Muktinath, un lugar sagrado para hindúes y budistas situado a 3.700 metros sobre el nivel del mar, ya en el Parque Natural del Anapurna. Si la etapa anterior nos había parecido difícil, ahora la cosa se complicaba bastante más. A los tramos rocosos había que sumarle los casi 1000 metros de desnivel positivo. Al llegar a Muktinath, aparcamos las motos y recibimos la bendición de los dioses del Himalaya, para a continuación -y protegidos por ellos- emprender el camino de vuelta hasta Tatopani.
Nuestro viaje iba llegando a su fin, volviendo sobre nuestros pasos hasta Pokhara con nuestros pantalones y chaquetas de enduro llenos de polvo y barro, pero felices de haberlo logrado. En el vuelo Pokhara-Katmandu algunos nos mirábamos con complicidad y cara de satisfacción mientras otros aprovechaban para descansar esperando hasta embarcar en el segundo avión que nos llevaría a casa.